Fuimos Todas: Una breve crónica de la marcha del 8M
📅 10 de marzo de 2023, 01:19pm
👤Michelle Flores Paulino
⏱️2 min
Las más de 90 mil mujeres de todas las latitudes del país se congregaron este 8 de marzo, desde la Glorieta de los Insurgentes, pasando por el Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución, la Torre el Caballito, el Hemiciclo a Juárez, el Palacio de Bellas Artes y finalmente, la plancha del Zócalo capitalino.
Llevaban pancartas y mantas en las que expresaban sus demandas, sus miedos, sus experiencias y sus deseos. Había una afluencia tan grande que avanzar unos cuantos metros podía llevar varios minutos e inclusive algunas tuvieron que marchar sobre las banquetas, pues ya no había espacio en la avenida principal.
Desde los balcones de las viviendas, y de los negocios que se encontraban cerrados, había otras mujeres, amas de casa y trabajadoras, que brindaban su apoyo a los diversos contingentes con pancartas y banderas que ondeaban desde las alturas; mientras se unían al grito de las consignas de las manifestantes.
Mujeres mayores, madres, tías y abuelas marchaban de la misma manera, expresando que en su juventud sus padres, hermanos y parejas no les permitían salir a las calles a protestar, pero que ahora que podían hacerlo, exigían un futuro libre de violencia machista y patriarcal para sus hijas, sobrinas y nietas.
Las familiares y amigas de mujeres que fueron víctimas de feminicidio llevaban flores y pancartas con el nombre y fotografía de sus muertas; gritaban consignas donde pedían justicia y castigo a los asesinos, los cuales en la mayoría de los casos habían escapado y ahora vivían su cotidianidad con total normalidad.
Supervivientes de feminicidio, abuso sexual, secuestro y trata de personas levantaban sus mantas mientras gritaban sus experiencias y el nombre de sus agresores; y cómo en casi todos sus casos las autoridades no habían hecho nada para brindarles justicia, pues después de todo estaban vivas y debían agradecerlo.
Madres llevaban a sus hijas, mientras juraban que las protegerían de los agresores, y pedían un futuro sin violencia para ellas, las infantes tal vez no conscientes en su totalidad del significado de las protestas cantaban las consignas como cualquier ronda infantil, prometiendo seguir protestando cuando fueran mujeres adultas.
A un costado, las ateneas, con las flores que otra mujer les había regalado, en silencio, observando, escuchando como las manifestantes pedían que se reconociese y visibilizará que también las uniformadas son víctimas del acoso y del machismo dentro de las estructuras jerárquicas y cargadas de poder.
Las calles capitalinas se llenaron de sororidad, de lágrimas, de stickers, de dibujos, de diamantina morada, de flores… y de fotografías de agresores y de autoridades negligentes. Y sí hubo vidrios quebrados y pintas sobre las vallas que resguardaban los monumentos, pero ¿eso vale más que la vida y la seguridad de una mujer?