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¿Por qué la obra pública tiene que ser siempre a contra reloj?

  • Opinión

📅 18 de mayo de 2021, 02:38pm

👤Fernando Monter Hernández

⏱️2 min

Fernando Monter

Después de los incidentes de la línea 12 del metro capitalino, constructores se preguntan ¿Por qué la obra pública tiene que ser siempre a contra reloj?

Desde su planeación, las obras públicas no cuentan con un tiempo razonable para su construcción, lo anterior debido a que los políticos y representantes gubernamentales son los encargados de calcular los tiempos, por lo que las constructoras se tienen que ajustar a sus tiempos perentorios cuando esto, debería ser todo lo contrario.

No hay una razón de peso, salvo el capricho gubernamental, para entregar una obra que fue mal planeada en sus tiempos.

La mala planeación gubernamental genera:

• Encarecimiento de la obra, pues las constructoras tienen que pagar horas extras con gente agotada que trabaja su turno y después además, horas extras.

• Obras de mala calidad, pues la mayoría de las veces se esperan que a las compañías constructoras se le entregue material de buena calidad y certificado. Sin embargo, por la premura, se construye con el material que se tiene a la mano y no el adecuado para la obra.

• Pagar turnos nocturnos, los cuales siempre resultan caros y poco productivos pues muestran poco avance de obra y además, representa un riesgo para el trabajador.

Las compañías constructoras en su afán de no rechazar el proyecto, se comprometen a los tiempos gubernamentales, poniendo en riesgo a sus trabajadores y a los usuarios finales de las obras públicas, los cuáles son los propios ciudadanos.

Otro ejemplo de mala planeación de obra gubernamental en el metro capitalino es la línea B, que corre del municipio de Ecatepec en el Estado de México a Buenavista en la Ciudad de México.

Dicha línea, en su etapa final, fue construida a contra reloj pues la entonces jefa de gobierno capitalino Rosario Robles, tenía que entregar la obra pues estaba a finales de su mandato.

Lo anterior, desató una serie de fallas en la línea B cómo inundaciones y azolves en las estaciones, producto de que muchas instalaciones no fueron conectadas al drenaje municipal.

Aunado a ello, las tuberías de agua pluvial fueron insuficientes en cantidad y diámetro de las mismas, teniendo como consecuencia derrames de agua dentro de las estaciones.

Además, en todas las estructuras de las techumbres de las estaciones superficiales, sólo se aplicaron el anticorrosivo primario y no la pintura definitiva.

Lo anterior, duplica gastos, pues lo que no terminó la compañía constructora, sí lo cobra y lo tiene que terminar en este caso el metro capitalino, con todo y usuarios, lo cual atrae quejas y contratiempos.

Tenemos que entender que en la construcción, todo tiene un tiempo: planeación permisos, proyecto técnico, obra inducida, proyecto medioambiental y construcción en todas sus áreas, entre otros.

Entonces ¿Por qué la obra pública tiene que ser siempre a contra reloj?

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