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La salud mental en la paternidad: una prioridad urgente y necesaria

La salud mental en la paternidad es un tema cada vez más relevante, pero aún poco visibilizado. En muchos espacios, el enfoque en el bienestar emocional durante la crianza se centra exclusivamente en las madres, dejando en segundo plano el impacto que este proceso tiene en los padres. Sin embargo, el bienestar emocional del padre es un pilar fundamental para construir vínculos saludables y una paternidad consciente.

Paternar también implica sentir: el rol emocional del padre

Convertirse en papá implica una transformación profunda. No se trata solo de nuevas responsabilidades, sino también de emociones intensas que muchas veces no se expresan: miedo, ansiedad, culpa, cansancio emocional y, en algunos casos, síntomas depresivos. La sociedad sigue esperando que el padre sea fuerte, que no se queje y que provea sin descanso. Pero esta exigencia puede ser profundamente dañina si no se acompaña con herramientas de gestión emocional y espacios seguros para hablar.

Diversos estudios señalan que los hombres también pueden experimentar depresión postparto, ansiedad generalizada o episodios de estrés intenso tras el nacimiento de un hijo. Ignorar estas señales puede afectar no solo la calidad del vínculo padre-hijo, sino también la relación de pareja y el equilibrio familiar. Un papá emocionalmente agotado tiene menos paciencia, menos capacidad de conectar con su hijo y mayor riesgo de aislarse emocionalmente.

En palabras del Dr. Salvador Cisneros, miembro de la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM):

“La paternidad no solo transforma la vida externa del hombre, sino que también remueve sus emociones más profundas. Reconocer y atender estas emociones es esencial para construir vínculos afectivos saludables con los hijos.”

Esta visión psicoanalítica nos recuerda que los procesos emocionales del padre no deben ignorarse ni minimizarse. Cuidar la salud mental del papá no es un lujo, es una necesidad. Practicar el autocuidado masculino no significa egoísmo, sino responsabilidad emocional. Buscar terapia, hablar con otros padres, tomar tiempo para descansar o simplemente reconocer que algo no está bien, son pasos fundamentales para construir una paternidad más consciente y emocionalmente saludable.

Además, los hijos aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Un padre que cuida de sí mismo está enseñando a sus hijos a priorizar su bienestar, a expresar lo que sienten y a pedir ayuda cuando la necesitan. Estos son valores esenciales que contribuyen a su desarrollo emocional a largo plazo.

La idea del padre que todo lo puede, que nunca se cansa o que no necesita apoyo, es una narrativa obsoleta. Hoy más que nunca, necesitamos hablar abiertamente sobre la salud mental en los padres y normalizar que también necesitan contención, descanso y acompañamiento.

Un padre emocionalmente presente, disponible y equilibrado no solo mejora su calidad de vida, sino que fortalece el entorno emocional en el que crecen sus hijos. La salud mental en la paternidad importa, y debe ser parte de la conversación familiar y social.

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